Los economistas no son de este planeta
La mayoría de los libros de texto contemporáneos contienen una variación de la siguiente y famosa definición de economía: ciencia que estudia el comportamiento humano como relación entre fines y medios escasos que tienen usos optativos.
En consecuencia la economía es el estudio de la lógica de la elección en condiciones de escasez. Pero esta no es la forma en que la mayoría de la gente entiende el término. Sin embargo, compruébelo usted mismo y verá que la palabra escasez se presenta una y otra vez en las definiciones de los libros de texto de economía. Paul Samuelson, en su Economics, libro de texto de economía muy estudiado, habla de una “gran escasez” y dice que si las mercancías no fueran tan escasas la ciencia de la economía no tendría papel alguno que desempeñar. Así, en estas definiciones, la economía se ve como el estudio de la producción y distribución de mercancías escasas.
El dogma de la escasez
Esta definición, sin embargo, sólo puede sostenerse dándole un significado peculiar a la palabra “escasez”. El sentido normal de ‘escasez’ es el de insuficiencia, carencia, lo que supone que hay desabasto de algo en relación con las intenciones de usarlo. Los economistas de la teoría de la escasez definen ésta como la carencia de suministros ilimitados. Como ninguna mercancía producida por humanos es, o puede ser, ilimitada en cuanto a la cantidad que de ella puede disponerse, entonces, por definición, es “escasa”.
Refuerzan su idea con otra suposición: las necesidades humanas son ilimitadas. Pueden refugiarse en esa posición, pues, si las necesidades humanas son infinitas, incluso en el significado normal de escasez como ***insuficiencia de relación para los usos*** las mercancías siempre estarán en suministro insuficiente. Pero esta suposición de que las necesidades humanas son infinitas es igualmente dudosa ya que, aunque las necesidades humanas sean numerosas, no son ilimitadas. Tampoco existen fuera de los contextos social e histórico sino que son determinadas por la sociedad en que seres humanos particulares están viviendo en un tiempo particular y en la práctica siempre son limitadas.
Esta escuela de economía (que es hoy la predominante) necesita la suposición de la escasez—ya sea basada en una definición irreal de escasez o en una suposición igualmente irreal de necesidades humanas infinitas—porque es la base de la pretensión de que la mejor manera de resolver el perpetuo problema de esto o lo otro al que los seres humanos se enfrentan cuando tienen que decidir qué producir, es tener que recurrir al dinero, los precios y los mercados. Quieren estar en posición de demostrar que el sistema económico actual, dentro del cual la mayor parte de la riqueza se produce para su venta en el mercado, es el mejor de los sistemas posibles. Necesitan la suposición de la escasez, en otras palabras, para dar por hecho lo que falta por demostrar.
La escuela económica de la escasez tiene razón en ver la economía como el estudio de la forma en que lo que se produce y cómo se produce están determinados bajo un sistema de mercado. Se equivocan en hacer que tal sistema sea el resultado de la “escasez”.
La escasez, en su peculiar sentido, ha existido a lo largo de toda la historia de la humanidad, pero el sistema de mercado—en donde todo, incluidas las energías mentales y físicas de los humanos tiene un precio y en donde todo mundo tiene que poseer dinero para obtener lo que necesita—apenas empezó a existir hace relativamente poco, tal vez unos 500 años, y sólo alcanzó existencia plena en lugares como Estados Unidos, Europa y Japón aproximadamente en los últimos 100 años. No está íntegramente desarrollado en el resto del mundo.
La base del sistema de mercado no es ninguna escasez eterna, sino la separación de la mayor parte de la gente del acceso a la tierra que les haría posible producir su propio alimento, vestido y vivienda. En otras palabras, su base es el desposeimiento de la mayoría de la población de todos los recursos productivos salvo su propia capacidad de trabajo y la concentración de estos recursos en manos de una ínfima minoría de la población. Es esto, no la escasez, lo que hace rasgos universales de la vida actual el dinero, los precios y el mercado.
Llegamos así a una definición de economía: el estudio de la producción y la distribución de la riqueza que se produce para venderla en un mercado. La economía es el estudio, no de mercancías escasas, sino de las mercancías para el mercado.
¿Qué es la riqueza?
Riqueza “es cualquier objeto material o servicio al que se recurre para satisfacer alguna necesidad o apetencia humanas”. Al objeto individual de riqueza se le conoce en economía como ***mercancía***.
Algunas mercancías esenciales para la vida humana, como el aire que respiramos y el calor y la luz del Sol, son proporcionadas espontáneamente por la naturaleza sin que los seres humanos tengan que hacer nada y de ahí que sean llamadas “mercancías gratuitas”. Pero en su mayoría las mercancías, incluidas otras también esenciales para la vida humana, como el alimento, tienen que ser producidas, en el sentido que los seres humanos tienen que ejercer sus energías mentales y físicas para obtenerlas, aunque en algunos casos lo único que haya que hacer cortar de un árbol una fruta. La mayor parte de las mercancías, en otras palabras, son productos del trabajo humano.
Cuando los humanos producen una mercancía no están creando algo de la nada: lo que están haciendo es transformar partes de la naturaleza en algo útil para ellos. Esta transformación, como en el caso de cortar una fruta, puede consistir solamente en cambiar de lugar algún material natural dado; en términos generales, sin embargo, se supone un cambio de forma así como un cambio de lugar.
La producción es, pues, el proceso de transformar partes de la naturaleza en mercancías. Aparte de las “mercancías gratuitas”, toda riqueza es producida por seres humanos que trabajan con materiales originalmente suministrados por la naturaleza.
Cualquier actividad que transforme partes de la naturaleza en algo útil para los humanos es actividad productiva. Esto es así aun cuando la transformación sea un mero cambio de lugar; por tanto, el transporte es una actividad productiva. También lo es el almacenamiento, pues preserva la utilidad de alguna mercancía. Algunos productos del trabajo son intangibles, como un corte de pelo, y son conocidos como “servicios”.
Hay quienes argumentan que sólo las mercancías tangibles son riqueza, y que, por tanto, sólo el trabajo del que resulta algún producto físico es trabajo productivo. Pero están equivocados. La única diferencia entre una mercancía tangible y otra intangible, o servicio, es que en este último caso el producto es consumido a medida que está siendo producido, pero sigue siendo un producto.
Las mercancías pueden dividirse en dos grupos principales. Primero, el de las que son consumidas directamente por los humanos para satisfacer sus necesidades personales, o “mercancías del consumidor”. Estas pueden ser consumidas conforme están siendo producidas (algunos servicios) o de una sola vez (como la comida o la electricidad) o a lo largo de cierto tiempo (como la ropa, los muebles y las casas).
El segundo grupo es el de las mercancías que se utilizan para producir otras mercancías, o mercancías para el productor (conocidas también como “mercancías intermedias) y como “medios de producción”. Estos son consumidos (gastados), desde luego, pero para hacer otras mercancías y ahora directamente por humanos. Entre ellos están los materiales extraídos de la naturaleza, las mercancías semiterminadas, las herramientas, las máquinas, los edificios, el combustible y los medios de transporte.
La base del sistema de mercado no es alguna escasez eterna, sino la falta de acceso de la mayoría de la gente a la tierra que les permitiría producir sus propios alimentos, ropa y viviendas. Como dijo William Petty (1623-1687), el trabajo es el padre de la riqueza material; la tierra es la madre.
Sin embargo, los humanos son animales que hacen y utilizan herramientas y, aparte de las actividad productiva muy básica, como cortar frutas de un árbol silvestre, la producción entraña un tercer elemento: las herramientas y la maquinaria que los humanos usan para transformar en riqueza los materiales que brinda la naturaleza. Estas mercancías para el productor provienen, claro, de las otras dos clases, ya que se les ha dado su forma existente por medio de trabajo humano pasado sobre los materiales dados por la naturaleza.
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